jueves, 17 de enero de 2008

La Maga del Sur

La encontré en Utopía,
inequívoco indicio
de contacto singular,
presagio certero
de porvenir halagüeño.


Su frágil aspecto
no delataba la fortaleza de su espíritu
ni la reciedumbre de su voluntad.
Inaccesible al desaliento,
desconocedora del desánimo,
vive imbuida de fiebres, de magias, de señales,
con ellas se hurta
al realismo áptero, grosero,
a las apariencias vanas, erróneas, mendaces
donde el resto
nos aherrojamos complacidos.


Es su gesto sereno,
su ademán, firme,
propio de aquellos
que han circunnavegado sus océanos interiores
y resuelto sus enigmas.
Convoca en torno suyo
un raro sosiego
incitador de confesiones,
estimulador de conciencias,
avivador de capacidades adormecidas.


Ante ella
nada valen los miedos,
nada las convenciones, las normas, los deberes,
esos refugios donde se acomodan
los espíritus de vuelo raso,
nada mis pueriles intentos de desacreditar la vida.


Me ha elegido a mí,
que no creía ser uno de los predilectos de la Fortuna,
esa diosa tan caprichosa.
Ahora mi vida será de color fucsia,
como la poesía.

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