Los monumentos al soldado desconocido son erigidos por los conocidos canallas que le enviaron al matadero.
Si queréis justificar vuestra ambición, elegid bien las palabras. Nunca digáis: hago esto por codicia, emprendo tal cosa por avidez de riquezas; decid: “yo, por el pan de mis hijos…” entonces cualquier tropelía está permitida, cualquier atropello encontrará su aprobación.
─ F., eres como un libro abierto.
─ Sí, aunque nadie lo entiende cuando lo lee.
“Dios nos dé trabajo”. Después de escuchar asiduamente esta frase desde niño, sigue sin convencerme. Dios, a mí, dame ocio, la olímpica facultad de elegir el hacer algo o el no hacer nada, según convenga.
Los que se congratulan cantando un himno en rebaño se regocijarán también, si se dan las circunstancias, suprimiendo a aquellas ovejas descarriadas e irredentas reacias a engrosar el coro.
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