Salmo XI
Nací desnudo, y solo mis dos ojos
cubiertos los saqué, mas fue de llanto.
Volver como nací quiero a la tierra;
el camino sembrado está de abrojos;
enmudezca mi lira, cese el canto;
y sepan todos que por bienes sigo
los que no han de poder morir conmigo;
pues mi mayor tesoro
es no envidiar la púrpura ni el oro,
que en mortajas convierte
la trágica guadaña de la muerte.
Rehúso de gozallo,
por ahorrar la pena que recibe
el hombre, que lo tiene mientras vive,
cuando es llegado el tiempo de dejallo:
que el mayor tropezón de la caída
en el humano ser, es la subida.
De nada hace tesoros, Indias hace
quien, como yo, con nada está contento,
y con frágil sustento
la hambre ayuna y flaca satisface.
Pretenda el que quisiere,
para vivir, riquezas, mientras muere
pretendiendo alcanzallas;
que los más, cuando llegan a gozallas
en la cumbre más alta,
alegre vida que vivir les falta.
Heráclito cristiano. Francisco de Quevedo
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