Me he encontrado este poema de W.H. Auden, autor que no conozco, y me ha parecido tan hermoso que no he podido resistirme a transcribirlo.
Detened los relojes, descolgad el teléfono,
haced callar al perro con un hueso jugoso
y silenciad los pianos; con tambor destemplado
salga el féretro a hombros, desfilen los dolientes.
den vueltas los aviones con vuelo inconsolable
y escriban en el cielo las nuevas de su muerte,
que lleven las palomas crespones en sus cuellos
y los guardias de tráfico se enfunden negros guantes.
Era mi Norte y Sur, mi Oriente y Occidente,
mi día laborable y mi domingo ocioso,
mi noche, mi mañana, mi charla y mi canción;
pensaba que el amor era eterno; fui un crédulo.
No queremos estrellas; apagadlas de un soplo;
desmantelad el sol y retirad la luna;
talad todos los bosques y vaciad los océanos;
pues ya nada podrá llegar nunca a buen puerto.
Abril 1936. W.H. Auden
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