Somos ya demasiado numerosos para vivir, para vivir no como insectos, sino como hombres; multiplicamos los desiertos a fuerza de agotar el suelo, nuestros ríos no son más que sentinas y el océano entra a su vez en agonía, pero la fe, la moral, el orden y el interés material se unen para condenarnos a ser tribu: a las religiones les hacen falta los fieles, a las naciones los defensores, a los industriales los consumidores, es decir, que hacen falta niños para todo el mundo, sin importar en qué se conviertan de adultos. Se nos empuja por el lomo al encuentro de la catástrofe y no podemos mantener nuestros fundamentos salvo yendo a la muerte, jamás se ha visto paradoja más trágica, jamás se ha visto absurdo más manifiesto, jamás la prueba de que este universo es una creación del azar, la vida un epifenómeno, y el hombre un accidente, ha recibido mayor confirmación general. No hemos tenido nunca un Padre en el Cielo, somos huérfanos, nos toca a nosotros comprenderlo, a nosotros volvernos mayores, a nosotros rechazar la obediencia a aquellos que nos engañan e inmolar a aquellos que nos consagran al abismo, pues nadie nos redimirá si no nos salvamos a nosotros mismos.
Breviario del caos. Albert Caraco
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