sábado, 8 de septiembre de 2007

Saetas, breves decires, delirios al por menor. Serie Segunda


Cuando desperté el dinosaurio todavía estaba ahí. Este cuento [sic] de Augusto Monterroso es a la literatura lo que el "cuadro" de Malevich Cuadrado negro sobre fondo blanco a la pintura o el engendro, también motejado de readymade, Rueda de bibicleta de Duchamp a la escultura, una tomadura de pelo.


La malenconía y la melarquía son más melancólicas que la melancolía.


Iglesia Católica: la particular y, por lo que parece, imperecedera plaga otorgada por el Señor en su munificencia a Carpetovetonia, institución ésta de la cual, por cierto, siempre han estado muy ufanos una parte importante de los carpetovetones.


La obsesiva manía contemporánea por aprovechar el tiempo, por emprender una miríada de cosas, por estar siempre ocupado, es típica de quien no tiene nada propio que llevar a cabo.


Las personas que poseen una alta, como así la llaman, autoestima, son para mí totalmente incomprensibles.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta el nombre de Carpetovetonia, esa república adocenada donde nos afanamos en morara con diligencia de termitas, nosotros los carpetovetones

F. dijo...

Otra denominación que me gusta, de filiación valleinclanesca, es la de Ruedo Celtibérico, donde nos empeñamos en hacernos la "faena" unos a otros, nosotros, los celtíberos.

Anónimo dijo...

La España (o las Españas, ya se sabe que en función de donde se pronuncie esta palabra, uno puede ser objeto de ciertas suspicacias) cainita de siempre... ¿no tendrá remedio nuestra ancestral tendencia a la hipocresía, la maledicencia y la erosión continua del prójimo?

Tristeza...