sábado, 31 de mayo de 2008

A la sombra de las muchachas en flor

Algunos extractos del segundo volumen del gran libro de Proust.

…siempre tomamos nuestras resoluciones definitivas basándonos en un estado de ánimo que no habrá de ser duradero.

…en amor nunca puede haber calma, porque lo que se logra es tan sólo un nuevo punto de partida para más desear.

…los productores de obras geniales no son aquellos seres que viven en el más delicado ambiente y que tienen la más lúcida de las conversaciones y la más extensa de las culturas, sino aquellos capaces de cesar bruscamente de vivir para sí mismos y convertir su personalidad en algo semejante a un espejo, de tal suerte que su vida, por mediocre que sea en su aspecto mundano, y hasta cierto punto en el intelectual, vaya a reflejarse allí: porque el genio consiste en la potencia de reflexión y no en la calidad intrínseca del espectáculo reflejado.

Todos necesitamos alimentar en nosotros alguna vena de loco para que la realidad se nos haga soportable.

Por lo general, vivimos con nuestro ser reducido al mínimum, y la mayoría de nuestras facultades están adormecidas porque descansan en la costumbre, que ya sabe lo que hay que hacer y no las necesita.

…en realidad nosotros no somos al modo de fábrica arquitectónica a la que se pueden añadir piedras desde fuera, sino árboles que sacan de su propia savia cada nuevo nudo de su tallo, cada capa superior de su follaje.

…porque sólo nosotros podemos dar a ciertas cosas, gracias a la creencia de que tienen una existencia aparte, un alma, que luego esas cosas conservan y desarrollan en nosotros mismos.

En busca del tiempo perdido. Marcel Proust.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos desde el limbo. Me alegra que hayas reflotado el blog tras el largo interregno de silencio.

Como siempre, te quiero traer a mi senda (o sendas). Aquí han colgado poemas leídos por Chantal Maillard e Idea Vilariño. Es una auténtica maravilla a la que te invito para que conozcas poesía diferente a la canónica, e igualmente intensa, aunque en otra tonalidad.

De la Recherche, mi tomo favorito es, he de resignarme, Le temps retrouvé: un pavoroso ensayo sobre la vejez, ese gran misterio del hombre (tan insondable o más que la muerte).

Un abrazo y espero que esta resurrección no sea provisional.

Anónimo dijo...

Con la premura, olvidé el enlace a los poemas de Maillard y Vilariño:

http://poesiaenelaire.mypodcast.com/index.html

Aún no salgo de mi asombro ante algo así. Salud

F. dijo...

También recibe un saludo desde mi personal limbo (intuyo que no muy diferente al que tú habitas) Nickcave.

Probablemente, el tomo más valioso de Proust sea el que tú mencionas, en mi caso, y por diversos motivos, siempre le he profesado un especial cariño a este segundo volumen.

He escuchado la lectura (en el caso de Maillard pura interpretación) de los poemas que has facilitado en el enlace. Me sucede con la poesía recitada que siempre tengo la impresión de estar "perdiéndome" algo, de incurrir en inadvertencias de las que sólo puedo apropiarme y conquistarlas en la lectura, solitaria, del texto escrito, incluso, en mi memoria, acostumbran a quedar impresionados, acompañando al poema propiamente dicho, el tipo de papel, la disposición tipográfica, etc. que conforman un todo a veces indisoluble. Como puedes ver, uno sigue con sus particularidades.

Como estamos en la realidad invisble espero que la resurrección sea del espíritu, en cuanto a la carne, más nos valdrá darle solaz y refocilo en este "breve vuelo de cuna a sepultura" como alguien, que ahora no recuerdo y acaso tampoco importe, calificó en cierta ocasión a la vida.

Un abrazo, A.

Anónimo dijo...

Tienes razón, F, en que al escuchar los poemas recitados se tiene la sensación de perderse algo. Sin embargo, yo lo enfoco de otra manera: lo que se gana al escucharlos, que me parece mucho. Sobre todo para los que pensamos que la poesía es un arte que debe ser dicho, recitado, pregonado, que es para escuchar porque tiene mucho que ver con el canto, con la música... así fue en sus orígenes, un arte mnemotécnico... esto, evidentemente, es complementario de la lectura ensimismada y necesaria.
En este país de poetas hay dos que destacan por su "interpretación": Chantal Maillard y Juan Carlos Mestre. Pero no sólo son grandes comunicadores, también excelentes poetas, al margen de la poesía de la experiencia y otras tribus del verso. Son fundamentalmente heterodoxos en su planteamiento, eso sí, y no para todos los paladares.

Podría poner aquí algunos poemas de Vilariño y Maillard, pero, como señalas, se perdería la textura, la especial disposición de los versos, el papel... tampoco sería la manera adecuada de favorecer la lectura.

Esperemos que resuciten ambos, cuerpo y espíritu, porque están interrelacionados y el uno apenas acertará a (sobre)vivir sin el otro.

abrazos