sábado, 8 de marzo de 2008

Corazón extendido

Como en un estanque
de aguas tranquilas
la piedra,
por un niño arrojada,
genera sucesivas ondulaciones
que durante un breve intervalo
perturban dócilmente
la reposada y cristalina superficie
hasta alcanzar de nuevo
la apacible calma inicial,
así también un corazón,
antes indolente e inmóvil
―maldita quietud―,
al ser punzado
por la punta del dedo
de la mano que adivinó
el secreto de su aislamiento
y el motivo de su aflicción,
temblará y se esparcirá
como el agua en el estanque.
Mas su expansión
no adquirirá la forma
de fugaces círculos concéntricos
ni adoptará las rígidas apariencias
de ninguna figura geométrica
ni los efectos de esta convulsión
constituirán efímeras visiones,
de su temblor brotarán pétalos
abiertos en flor palpitante
que sólo la muerte marchitará.

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