Pese a no tener más que treinta años, A. lo ha leído todo, lo ha escuchado todo, lo ha visto todo. Es sobre todo en la disciplina auspiciada por Euterpe donde su dominio es muy amplio abarcando desde la música popular en los más variados estilos, naciones y épocas hasta la música culta contemporánea, que para uno es impenetrable. Es una de esas raras personas que sabe transmitir sus conocimientos con precisión y entusiasmo, de una manera un tanto ampulosa en ocasiones, pero siempre con gracia ─al fin y al cabo es oriundo de Al-Andalus─ nunca desde la impostación, contagiando su pasión al receptor de los mismos y provocando en él una inquietud por acceder a esos ignotos tesoros.
Uno ha intentado, a propósito de tal escritor o de tal libro de circulación y prestigio más reducido y minoritario, sorprenderle en una carencia, descubrirle alguna laguna en su polimorfa erudición para darse un poco de pisto ante él, tratando de mostrarse como un “entendido en la materia” siendo, en realidad, un archipámpano de la nada. Todos mis intentos devienen fútiles, no sólo conocerá las obras y los autores, algunos de ellos en sus idiomas originales o en ediciones en otras lenguas ya que domina varias, sino que podrá disertar sobre ellos descubriendo facetas y aspectos en los que uno no había reparado, enriqueciendo el goce de estas lecturas. Los débitos contraídos con él son ya numerosos y seguro que irán aumentando aunque nunca podré saldar esa deuda.
Sólo conozco su aspecto por fotografías pero, como estamos en La realidad invisible, no nos interesa describir las máscaras carnales ni las envolturas somáticas. Los territorios susceptibles de exploración aquí son los pensamientos, los ideales, los delirios del alma, las peripecias del espíritu y, sobre todo, los sentimientos. Su trato personal es cómodo, de talante afable pero respetuoso, no irrumpe en estancias demasiado privadas sin ser invitado, quizás porque él tampoco soporta que los demás lo hagan con su persona. Dotado para el ágora y el contacto humano más ligero, es uno de esos escasos seres que combina esta cualidad mundana con la propensión al abismo interior. Cultiva el yo pero no desdeña el mundo.
Algunas veces parece circundarle una calígine que le ateza el alma, una melarquía que le penetra desde lo hondo, no sé si a causa de esa “soledad central devastadora que me habita en la vida cotidiana”, como él mismo confiesa. Intuyo que es uno de esos sentimentales doloridos con el mundo. Esta peculiaridad anímica suya es la que me lleva a considerarle un espíritu fraterno.
3 comentarios:
Después de pensarlo mucho y rompiendo con cierta pudibundez, me atrevo a escribir para transmitirte mi agradecimiento y brindarte mi amistad. Para quien quiera que lea esto, debe saber que las virtudes que Steppenwolf me atribuye responden más a su generosidad que a la realidad.
Compartimos esa soledad central inquebrantable, y más de un abismo, más de un "autismo" no confesado.
Un abrazo
Como pueden comprobar los que lean tus comentarios escritos en este blog, hay mucho de realidad en lo descrito en esta entrada aunque peque de generosa.
Nosotros, los solitarios, pese a tener por voluntaria compañera y amante a la soledad, siempre estamos deseosos de serle infiel, al menos durante un rato, para volver más fortalecidos, más enriquecidos a ella, para referirle esos sucesos, en ocasiones peregrinos, que nos acontecen en nuestros devaneos por el mundanal ruido y así despertarle su ternura como consuelo. Tu amistad es bienvenida.
En cuanto a la pudibundez, no te preocupes. Arriban a estas costas del inmenso océano binario escasas embarcaciones, intuyo que gran parte de estas naos están medio desarboladas, derrelictas a causa de la procelosa travesía, por lo tanto, sabrán comprender.
Un saludo.
Uno, que en muchos aspectos de la vida es un completo ignorante, sí cree saber distinguir cuando hay virtudes palpables, como es el caso de lo expuesto aquí por Steppenwolf. Puede parecer un poco gratuito opinar sobre alguien a quien no se conoce, mas confiando plenamente en el buen criterio del antes mencionado, además de lo escrito por nickcave30 aquí, suscribo esas opiniones. También me gustaría subrayar que el "autista" puede sorprender con la capacidad de comunicación que posee. Sin más, enviar un saludo, esperando fervientemente que a uno se le pegue, aunque solo sea por contagio, algo de la erudición demostrada por vosotros en estas líneas
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