viernes, 9 de noviembre de 2007

Antonio Machado

Algunas poesías del poeta más humano que conozco.

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.

La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y, recordando digo:

Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

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CONSEJOS

I

Este amor que quiere ser
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca jamás!

II

Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar:
la monedita del alma
se pierde si no se da.

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Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar venimos, a ignota mar iremos…
Y entre los dos misterios está el enigma grave;
tres arcas cierra una escondida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?

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Sí, cada uno y todos sobre la tierra iguales:
el ómnibus que arrastran dos pencos matalones,
por el camino, a tumbos, hacia las estaciones,
el ómnibus completo de viajeros banales,
y en medio un hombre mudo, hipocondriaco, austero,
a quien se cuentan cosas y a quien se ofrece vino…
Y allá, cuando se llegue, ¿descenderá un viajero
no más? ¿O habránse todos quedado en el camino?

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Obscuro para que atiendan;
claro como el agua, claro
para que nadie comprenda.

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